El apóstol Pablo finaliza hablando de la armadura haciendo mención de la oración como parte fundamental de la armadura en la vida del creyente.
Vestirse con la armadura sin oración es como estar listo para la batalla pero sin la energía y la fuerza para poder resistir los ataques del enemigo.
Oración de la Armadura de Dios:
Querido Dios, hoy me pongo toda la armadura que nos has proporcionado para luchar contra las fuerzas del mal. Me ceñiré con el cinturón de la verdad, que me mantendrá firme y centrado en tus enseñanzas.
Llevaré la coraza de la justicia para proteger mi corazón y mantenerme en el camino recto. Me pondré los zapatos del evangelio de la paz, para que pueda difundir tu amor y tu verdad donde quiera que vaya.
Tomaré el escudo de la fe, para que pueda protegerme de las flechas del enemigo y confiar en ti en todo momento. Me pondré el casco de la salvación para proteger mi mente y recordar siempre que estoy seguro en ti.
Finalmente, tomaré la espada del Espíritu, que es tu palabra, para que pueda luchar contra las mentiras y las tentaciones que puedan venir mi camino. Confío en que con tu ayuda y con la armadura completa de Dios, puedo resistir cualquier cosa que se me presente y vivir una vida victoriosa en Cristo. En su nombre oro, amén.
La oración es parte fundamental en la vida del creyente, por la tal motivo nunca se debe olvidar que sin oración la armadura no está completa.
En la oración, mostramos nuestra confianza en Dios para actuar y movernos en lo terrenal y en lo espiritual. Nuestra armadura se basa en la fuerza de Dios. Sin su presencia, somos impotentes en la lucha.
Debemos luchar de rodillas con oración. Aquel que ha ganado la guerra está con nosotros en la batalla. Veremos una victoria más cuando luchemos en Su poder.
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